cómo ser (mujer y madre) neo-rural y no morir en el intento (parte I)

-Hola, me llamo Sara y soy neo-rural.

Hace tiempo que quería escribir sobre esto. Y es que me gustaría compartir un poquito de mi realidad rural. Últimamente estoy conociendo a varias personas que se quieren ir a vivir al campo (lo que antes era el pueblo). Que conste que yo los animo mucho, muchísimo. No en vano ha sido mi elección, tras pasar los primeros 27 años de mi vida en Madrid, y tener un par de recaídas en ciudades. A mí la vida en el campo “me da la vida”. Es más, lo veo como uno de los actos de resistencia más valientes y efectivos, incluso de resiliencia.

Pero también creo que hay algo que está demasiado idealizado, incluso para hablar de los aspectos negativos de los pueblos se recurre al romanticismo. Quizá tenga que ver con que todas las noticias o documentales sobre medio rural, despoblamiento, etc., se realizan con perspectiva de ciudad. Redes sociales llenas de fotos bucólicas que sólo muestran el lado bonito de la slowlife campestre (yo misma contribuyo a ello). Incluso lo de llamar a la casa “de campo” en vez de “del pueblo” hace que muchas veces se pierda esa perspectiva: que te vas a ir a vivir a un pueblo, y en un pueblo hay gente con la que vas a tener que convivir (aunque sea poca). Gente con unos códigos distintos a los que hasta ahora habías manejado. Porque no es lo mismo estar de vacaciones que vivir. Y qué queréis que os diga, el neo-rural es, a fin de cuentas, también un emigrante. Que podéis pensar que exagero, pero por experiencia os digo que son necesarios procesos de adaptación e integración mutua. Y de respeto, de mucho respeto, también mutuo.

En mi defensa diré que el sacar a la luz la mejor cara de mi vida rural es por mi empeño de sacudir prejuicios. De mostrar que se puede vivir más que bien fuera de la ciudad. Incluso mejor. Y que eso no está reñido con la ética ni la estética. Que puedes vivir en una aldea y sentirte cosmopolita. Que desde aquí también se puede mover el mundo y tirar del carro (aunque cueste más). Y que por supuesto vivir aquí no significa renunciar a lo bueno que tiene la ciudad, que es mucho.

Pero la realidad es que a veces las cosas no son fáciles. Y hay que llegar aquí con las ganas muy bien puestas porque el camino es duro. Como dice una amiga de las del alma, que ha trabajado varios años asesorando a nuevos pobladores (y que ahora lleva una taberna que es una maravilla), “aquí se viene llorado de casa, que hay mucho que hacer”.

Como os decía, a los 27 me fui de casa (antes de la media para mi generación) y de Madrid. Y mi primera emancipación fue a un pueblo de 300 habitantes en la sierra de Béjar- Sierra de Francia (Salamanca). A contracorriente: los jóvenes del pueblo se marchaban, yo llegaba allí de casualidad, por trabajo, y tuve la enorme suerte de conocer a un grupo de gente estupenda en mi misma situación: veinte personas a medio hacer, con la carrera recién terminada y unas ganas enormes de cambiar el mundo, a los que nos contrataron para un proyecto de dinamización rural. Y unos jefes que nos dieron un buen meneo para espabilar. Para mí ha sido una de las cosas que más me han marcado en la vida. La formación fue un master en toda regla en procesos participativos, desarrollo rural, facilitación de grupos, y miles de cosas más. De ese grupo surgieron muchos proyectos (y varias parejas). Y ahí me topé con el primer bofetón a mi vida rural hasta entonces idealizada: VIVE DE ALQUILER, SI TE ATREVES. Os lo cuento el próximo día.

es tiempo de calabazas

 

 

calabazasComentaba el otro día en Instagram (para los que queráis seguirme allí soy @aqento) que intenté vaciar una calabaza de nuestro huerto para Halloween. Pero que después de destrozarme las manos durante dos minutos, decidí que como que no. Y que entendía después de esto por qué las calabazas que te venden en el súper por esta época llevan pegatinas…

De todas formas, como la cosa ya estaba empezada (la cosa era una calabaza de 8 kilos), decidí hacer mermelada de calabaza, así que os dejo la receta (más o menos, que yo soy muy de cocinar a ojo). Y como me cansé de hacer mermelada, también hice al día siguiente crema de calabaza, y también os dejo la receta. Y por último (aunque esto va sin fotos) en un ratito me pondré a hacer bizcocho de calabaza con nueces según la receta de mi amiga Amakuyi que también podéis encontrar AQUÍ.

Pues eso, que la cosa hoy va de recetas. Es tiempo de calabazas.

RECETA DE MERMELADA DE CALABAZA

mermelada calabaza

Ingredientes (a lo bruto y para que quede poco dulce): 3,5 Kg de calabaza, 1 Kg de azúcar moreno (si te gusta más dulce, más azúcar), 2,5 cucharadas rasas de canela en polvo.

Preparación: 1. Pela y trocea la calabaza y ponla en una cazuela con la canela. 2. Vierte encima el azúcar y déjalo reposar al menos una hora, hasta que veas que ha salido el caldito. (Truco: si tienes mucha prisa en vez de dejar reposar añade un poco de agua para que no se pegue, aunque luego tendrás que dejar cocer más tiempo para que no se quede líquida). 3. Cuece sin tapar a fuego medio o lento, removiendo de vez en cuando hasta que veas que está muy blando (que casi se deshace con la cuchara). 4. Tritura con la batidora a la velocidad más baja que tenga. 5. ¡A difrutar! (Trato: si quieres envasar y no morir en el intento -no es broma-, acuérdate de hervir frascos y tapas, utilizar sólo tapas en buen estado, envasar con la mermelada hirviendo, cerrar los botes y hervir después, y por último apretar muy fuerte las tapas. Te recomiendo que sigas las instrucciones que se recogen AQUÍ).

RECETA DE CREMA DE CALABAZA CON SEMILLAS

cremam de calabaza

Ingredientes: 2 Kg de calabaza, 4 patatas medianas, y cebolla grande, aceite de oliva virgen extra, sal, pimienta de 4 colores, semillas varidas.

Preparación: 1. Pela y trocea la calabaza, las patatas y la cebolla (trozos grandes que se tarda menos) y ponlo en una olla rápida o exprés. 2. Echa agua, que llegue a un tercio de la verdura, aceite de oliva virgen extra (un chorro generoso, pero generoso) y sal. (Truco: con las cremas de verdura es mejor hervir con poca agua y luego ir añadiendo al batir si ves que ha quedado muy espeso, porque si no corres el riesgo de que te quede un aguachirri en vez de una crema). 3. Hierve según las instrucciones de tu olla y cuando se enfríe ábrela. 4. Tritura con la batidora mucho rato (Trato: para que la crema te quede crema y no puré, tritura hasta hartarte). 5. Sirve en cuencos y añade semillas y pimienta de cuatro colores.

Y lo  de la decoración de la casa… pues lo hemos apañado con la calabaza que hicimos el año pasado para el cole con material reciclado (podéis encontrar el tutorial AQUÍ) y con el resto de calabazas que hemos recogido del huerto. ¡Que paséis una buena noche!

calabaza-diy

anatomía de una camiseta (I): la inspiración

 

ANATOMÍA-DE-UNA-CAMISETA-copia1Me gustaría contaros todo el proceso de estampación de nuestras camisetas pintadas y serigrafiadas a mano. Desde la inspiración hasta el envío. Y más allá… Como es algo un poco largo, mejor ir por partes, por aquello de no aturdir.

Hoy empezaré por contaros algo muy personal, lo que es la inspiración para mí, para aQ ento (y que por supuesto cada uno vive de una forma muy diferente). Y en las próximas tres entregas hablaré de la preparación a mano de diseños y pantallas de serigrafía, de la producción manual, y del toque final (packaging, envío y algo más).

Y por poner un ejemplo concreto, lo voy a acompañar del making-of de nuestra nueva camiseta: «El perrito despeinado«.

el_perrito_presumido

¡Empezamos!

La inspiración. También llamada, entre otras cosas, iluminación, musa, duende, o La Idea.

Ésa que aparece cuando le da la gana. Sí, exactamente. Ésa que te han contado que mejor que te pille trabajando. Y tú te pones a trabajar y no viene, aunque te empeñes. Y que, de repente, desconectas y aparece. Y que siempre te pilla sin un lápiz ni un cuaderno a mano. Que mira que sabes que siempre tienes que llevar  uno encima, que mira que lo sabes…

Ésa que te viene cuando estás dando un paseito por el bosque, porque ya no se te ocurre nada. O cuando uno de tus hijos hace algo gracioso. O cuando te acuerdas de los dichos de tu madre y tu abuela y de que tú siempre te decías: cuando yo sea madre no lo voy a hacer, y vas y lo haces (ni flores ni floras). O cuando estás viendo una peli. O leyéndole a los peques el cuento de por la noche. O leyendo ese libro, que después de la maternidad (y del cuento) ya sólo vas a dos páginas por noche porque te quedas dormida. O cuando estás tomándote una cervecita y riendo con los amigos… Y tú aprietas fuerte fuerte lo que se te acaba de ocurrir, a ver si te da tiempo a coger una servilleta de papel y apuntarlo antes de que se desvanezca. Porque claro, no tienes tu cuaderno ni tu lápiz a mano…

pumuki

(¿os acordáis de Pumuki, de Ellis Kaut? Pues eso…)

Ésa que necesita que vayamos por la vida con los ojos y los oídos bien abiertos, y la sensibilidad a flor de piel. Para no perdernos nada, ni el más pequeño doble sentido, ni el más pequeño detalle escondido. Ésa que, en realidad, te va mandando señales, aunque no te des cuenta. Que parece que llega sin avisar pero que en realidad, sin todo el trabajo previo, ése que ya piensas que no te lleva a ningún sitio y que por eso te vas de paseo, tampoco aparecería. Ésa que conecta en tu cerebro un montón de vivencias para que salga «La Idea«. Y que es verdad que finalmente hay que pulir, sí o sí, trabajando

Ésa es, para mí, la INSPIRACIÓN. Como os he dicho, esto es algo muy muy personal, es casi la forma en que cada uno mira la vida y no creo que haya recetas mágicas.

Y como ejemplo os cuento cómo creo nació la idea de la camiseta «El perrito despeinado«.

Éste es Pipo, una de nuestras mascotas. Pipo tiene ya once años y lo que más le gusta en el mundo es bañarse (no que le bañen…). Se baña (o eso piensa él) hasta en los charcos helados. De cachorro, incluso se metió él solito en el cubo de la fregona.

pipo

Pipo tiene muuuuuucho pelo, lo que, viviendo en el campo y teniendo una charca muy cerca a veces es un poco cansado. Porque a Pipo lo que más le gusta después de bañarse es hacer la croqueta sobre las hojas de roble. Y claro, suele llegar a casa llenito de arcilla, hojas, zarzas y con unos nudos en el pelo que ni os cuento. Pero es tan amoroso…

Cuando estaba preparando los fotolitos de todos los nuevos diseños para ir a insolar las pantallas de serigrafía a Holaporqué (os contaré en detalle en la próxima entrega), mi hija mayor me dijo que ella también quería hacer un diseño. De un perrito que se iba a una fiesta. Al ver su dibujo, y acordarme de nuestro amigo peludo, me salió instantáneamente  lo de «Y yo con estos pelos«, que tantas veces le oí a mi abuela. Y dándole vueltas a todo, finalmente salió ésto.

serigrafía manual papel

¡El próximo día os cuento un poquito más!